02 noviembre 2015

La burocracia y la informalidad opacan la Bolivia ‘for export’



Para una primera aproximación estuvo bien -dice un boliviano radicado en Estados Unidos que estuvo el lunes en el evento que Financial Times organizó para Bolivia en Nueva York. La intención era atraer inversionistas para que el dinero extranjero signifique el 8% del PIB nacional, es decir, cuatro veces más que en la actualidad. El invitado a la exposición de Evo Morales y sus ministros dice que se enteró de que habían planeado una presentación para menos de 100 personas y que el espacio quedó chico ante el interés que despertó en Estados Unidos, que en las credenciales de los asistentes pudo leer nombres de grandes bancos y de empresas que cotizan en la bolsa de Wall Street.

Este hombre, versado en comunicación política, elogia las exposiciones de los ministros, en un inglés claro y abundante información que invitaba a invertir. También pondera la solidez de Luis Arce Catacora, el ministro de Economía y Finanzas y lo mucho que aplaudieron algunas frases de Evo Morales, pero cree que el presidente debió ser más diplomático en su discurso. “Evo fue muy directo, muy sincero y el público lo aplaudió -dice-, pero pienso que un mejor asesoramiento habría sido mejor”.
Explica que lo de “socios, no patrones” y la exigencia de hacer negocios y no política sonaron a amenazas y que el público inversor estadounidense está acostumbrado a frases más amortiguadas, a que los voceros en ruedas de negocios sean sutiles aún cuando tengan que decir cosas duras. Y Morales no fue sutil.

El informante, que prefiere mantener su nombre en reserva, explica que Bolivia está de moda en Estados Unidos, que es bien vista gracias a artículos con elogios publicados por el New York Times, que incluso recomienda visitar el país para hacer turismo, y a los continuos elogios de los organismos internacionales por el crecimiento económico y los logros sociales. Eso -cree él- debió ser aprovechado por el presidente para hacer la visita más efectiva.

Además, el país tiene puntos en contra. John Paul Rathbone recuerda que en Bolivia es más difícil hacer negocios que en Irak y que la nueva Bolivia de Morales tiene mucho de la vieja Bolivia. “Es probable que la iniciativa por la inversión extranjera sea una tarea difícil”, escribió.

¿Qué dicen?
La punta de lanza de este encuentro fue una separata del Financial Times en la que se muestran las luces y sombras del país al momento de invertir. Por ejemplo, James Dunkerley dice en una especie de editorial que Evo Morales se ha mandado algunas travesuras, pero pese a que concuerda con los gobiernos más anticonsenso de Washington que surgieron en el continente a principios de siglo, sus medidas macroeconómicas son más bien conservadoras. También, John Paul Rathbone, editor para América Latina del Financial Times, dice que Bolivia contradice esa máxima de que si bien los gobernantes de centro derecha no conocen su país, los de centro izquierda lo conocen, pero no saben cómo gobernarlo. Sin embargo, también advierte que Bolivia es colista en el ránking de percepción de corrupción.

En otro artículo, se exponen cifras que demuestran que Bolivia ha comenzado a convertirse en un país de consumo, no de subsistencia. Eso se comprueba con el crecimiento de los supermercados (600% desde 2005 a la fecha) y restaurantes (800%).

Es cierto, no hay una sola foto que muestre a Santa Cruz o a productores cruceños, pero sí se nombra a Santa Cruz de la Sierra como la fuente de la riqueza boliviana y se expone a la soya como el tercer producto de captación de divisas en el país, con amplias perspectivas de crecimiento frente a las fronteras agrícolas agotadas de Argentina y Paraguay.
El editor de Financial Time para América Latina entrevistó a Evo Morales en el evento de Nueva York

El editor de Financial Time para América Latina entrevistó a Evo Morales en el evento de Nueva York


Acomodar la casa
En casa, en Bolivia, este evento es visto con entusiasmo por economistas, empresarios y trabajadores del sector energético, pero también son conscientes de que hay bastante por hacer. Si el país no tuviera un índice de informalidad tan alto y si la burocracia no pusiera tantas trabas, tal vez Bolivia sería un país mucho más atractivo para invertir, tomando en cuenta que tiene excelente geología para gas, petróleo y minerales, tierra virgen para producir y paisajes envidiables para mostrar a turistas armados con buenas cámaras fotográficas.

Para Álvaro Ríos, experto en gas y energía, la idea del Gobierno de salir del país a buscar inversionistas es lo adecuado. Considera que es un primer paso, una lavada de rostro luego de la nacionalización de los hidrocarburos, es mostrar al mundo que esa etapa ya terminó y que ahora se puede tener seguridad jurídica en el país. Además, explica que Bolivia necesita con urgencia la inversión extranjera, ya que YPFB no dará abasto para sustituir el 1 trillón de pies cúbicos de gas al año que Bolivia consume en exportación y mercado interno.

Eso sí, Ríos asegura que Bolivia tiene armas para atraer a inversionistas: tiene buena geología, posibilidades de reservas, mercado asegurado con Brasil y Argentina e infraestructura desarrollada para llevar el gas desde Bolivia a estos países. Sin embargo, falta algo en esta ecuación. Ríos cree que en las condiciones actuales las cuentas no le cierran a los inversores, que es mucho riesgo para aceptar las retenciones impositivas de las reglas nacionales. Por ello, cree que es necesario aprobar cuanto antes la ley de incentivos para las petroleras. La considera urgente para que Bolivia pueda reponer las reservas que consume y dé garantías de cumplimiento a sus compradores.

Los contrastes
Wilboor Brun es un economista con estudios en la Universidad Católica de Chile considera que este tipo de iniciativas deberían ser continuas, que son las adecuadas para atraer inversión extranjera, pero también se debe resolver problemas internos. Por ejemplo, Brun revisa el índice de competitividad global y encuentra a Bolivia en el puesto 117 entre 140 países. Su calificación es 3,6, frente al 5,8 que tiene el puntero, Suiza.
Esto, según Brun, pone un poquito más cuesta arriba atraer inversiones. El economista explica que índice mide lo macro, la infraestructura, la institucionalidad, la educación, la salud. También se fija en el mercado laboral, en cuánto se facilita contratar a alguien en el país, la apertura del mercado, la innovación y la zonificación de los negocios. Por ello, Brun considera que Bolivia sigue tropezando con la falta de institucionalidad, la seguridad jurídica, algo en lo que se fijan mucho los inversionistas, que suelen buscar lugares seguros para llevar sus inversiones. Resolver esos problemas, en opinión de Brun, son un desafío para los bolivianos.

La informalidad también es un frenazo al que busque invertir en el país. Según Ronald Nostas, presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia, es inadmisible que más del 60% de los bolivianos tenga un empleo informal. El contrabando, las dificultades para iniciar una empresa y algunas formas agresivas de aplicar la ley de Impuestos Internos fomentan esa informalidad. Brun añade la inmovilidad laboral como otro elemento que fomenta la informalidad, al convertir al trabajador en un elemento fijo en la empresa.

Ronald Nostas añade que, más allá de las críticas, los empresarios bolivianos tienen la responsabilidad de acompañar esta estrategia gubernamental, porque a todos los bolivianos les interesa que se atraigan capitales frescos que vengan a desarrollar el país, que aporten nueva tecnología y que aprovechen las potencialidades que no son desarrolladas hoy en Bolivia. Eso sí, aspira a que no toda la inversión caiga en recursos naturales, que el gas, el petróleo y los minerales no se lleven todos los capitales, sino que también haya inversión que ayude a cambiar la matriz productiva. “Industrializar el país, pasar del 16% actual a un 30% de industrialización es un reto muy grande y se necesita decisión política, convertir las decisiones en políticas de estado, incentivar la producción, el desarrollo, la innovación, el desarrollo tecnológico.
Eso no se logrará mientras haya contrabando. Un joven con una buena idea, con un invento, preferirá convertirse en comerciante en estas condiciones”, señala Nostas.

Brun añade que el gran desafío es revertir la tendencia. Admite que Bolivia ha mejorado mucho, que las cifras de reducción de la pobreza son importantes, pero ha perdido en competitividad frente a los vecinos. Hoy, Bolivia es comparativamente más pobre que Perú de lo que era en 1992. Brun lo prueba comparando los ingresos per cápita de ambos países en este año. En ese tiempo, el ingreso per cápita del boliviano equivalía al 70% del peruano. Hoy es menos del 50%. Esa tendencia también puede ser revertida atrayendo inversión extranjera. Seduciendo al mundo

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